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    Saturday, April 27, 2024

    Los recientes ataques abren el debate sobre qué es terrorismo en Estados Unidos

    Horas después de que una camioneta atropellara a varias personas en una ciclovía de Manhattan el martes, los estadounidenses volvieron a debatir sobre algunas de las preguntas que dividen a esa sociedad que cada vez está más polarizada: ¿cuándo se puede decir que un ataque es terrorismo?

    Hace un mes, cuando un hombre abrió fuego contra el público de un concierto en Las Vegas, el ataque no fue calificado de forma generalizada como un acto de terrorismo. Pero esa etiqueta se usó de inmediato para describir el ataque del martes en el que murieron ocho personas, lo cual detonó otra ronda de debate nacional.

    El terrorismo se define como un ataque contra civiles para asustar a una comunidad más grande con propósitos políticos.

    Sin embargo, la nueva generación del terrorismo islámico, perpetrado por individuos que dicen inspirarse desde lugares lejanos, ha borrado las distinciones entre terroristas e individuos perturbados que actúan por cuenta propia.

    Como resultado, el terrorismo a menudo está en la mirada del espectador, y se determina tanto por el atacante como por la comunidad que se vuelve blanco de las acciones, la cual debe decidir si el ataque representa una amenaza más amplia que requiere una respuesta.

    Para algunos estadounidenses, generalmente los de la izquierda, el ataque de Las Vegas representó el terrorismo de leyes de armas que deben revisarse.

    Clasificar el ataque de Las Vegas como terrorismo podría significar clasificar las armas como amenazas nacionales que requieren una respuesta. La derecha consideraría que eso es un intento de afectar a los propietarios de armas y a los conservadores.

    Muchos en la derecha consideran que los ataques como el de Nueva York, encabezado por un hombre de Uzbekistán que gritó "Allahu akbar" ("Dios es grande" en árabe), se originan de una amenaza más amplia de la inmigración musulmana sin control. Si es un acto de terrorismo, como lo han definido el alcalde Bill de Blasio y otros, entonces el atacante no puede ser desestimado como un individuo perturbado.

    Cada ataque profundiza estas divisiones. Los sucesos provocan terror visceral para muchos, y pueden parecer evidencia de que sus peores miedos se están volviendo realidad, y que la otra mitad de la sociedad está conspirando para hacer que no estén seguros al rehusarse a reconocer la amenaza.

    Después del ataque en Nueva York del martes, el presidente Donald Trump publicó una serie de tuits que ligaron al conductor con la política migratoria. Dijo que él le había ordenado al Departamento de Seguridad Nacional que "aumentará nuestro programa de prohibiciones extremas", e hizo un llamado para terminar con un programa de lotería de visas por diversidad para inmigrantes.

    "Ser políticamente correcto está bien, ¡pero no en este caso!", escribió.

    Muchos sostenían que si el terrorismo islamista había inspirado movilizaciones nacionales y cambios drásticos de políticas, también la violencia contra las personas de raza negra debería hacerlo. Además, el crimen pareció ajustarse perfectamente a la definición legal de terrorismo.

    Ese argumento expresa las crecientes preocupaciones de la izquierda acerca de que la palabra "terrorismo" ahora tiene una carga racial y religiosa, y se utiliza principalmente para describir ataques por parte de musulmanes contra no musulmanes.

    Esto formó parte del gran debate sobre si a algunas víctimas de terrorismo se les otorgaba más protección que a otras con base en quién los atacó o por qué, y si los políticos entendían ciertas formas de terrorismo.

    Cuando en 2009 se filtró un informe del Departamento de Seguridad Nacional acerca de la violencia de la extrema derecha, provocó acusaciones de que los demócratas estaban persiguiendo a los conservadores. El informe fue retirado y la oficina que lo había redactado se desmanteló silenciosamente.

    Así, definir el terrorismo se ha convertido en otra manera de debatir quién pertenece a la discusión y qué preocupaciones importan en un momento de peligro, cuando escuchar es más difícil y gritar parece ser necesario.